Concepto y caracterización de la LIJ
Las creaciones literarias orientadas específicamente a los colectivos infantiles y juveniles forman un concepto relativamente muy contemporáneo, lo que hoy en día denominamos LIJ.
El desarrollo de la Literatura Infantil y Juvenil ha estado vinculado a los cambios sociales que se han producido en los últimos siglos. En las sociedades antiguas no se tenía en consideración la edad infantil como una etapa formativa con necesidades y un desarrollo distintos al de un adulto. La vinculación del ser humano con el trabajo agrícola ha sido crucial para la infancia a lo largo de la historia. La mano de obra procedente del núcleo familiar era indispensable para la subsistencia del hogar y el pago de las rentas pertinentes; este hecho determina la no diferenciación de la edad adulta con la niñez, es decir, los niños debían pasar a ser adultos cuanto antes y desarrollar los trabajos correspondientes. En estos grupos más bajos en la escala social cabe tener en cuenta el nivel de alfabetización que, en la mayoría de casos era nulo; no obstante, la literatura de tradición oral jugaría un papel muy importante para estos grupos.
Teniendo en cuenta este contexto social es sencillo comprender el desarrollo tardío de la LIJ. Aun así, cabe destacar además la diferenciación social en relación con el acceso a la cultura; los grupos más acomodados (la élite social) contarían con la posibilidad de aprender a leer y escribir, hecho que les permitiría consumir la literatura del momento. Con la aparición de la imprenta a mediados del siglo XV se produce una expansión más rápida y económica de los textos, por lo que se eleva el grado de alfabetización de estas sociedades.
No obstante, será a partir de la Ilustración en el siglo XVIII cuando el niño empiece a considerarse como una persona autónoma del adulto y, ya en el siglo XIX, podemos hablar de una literatura infantil como tal destinada a un público en edades tempranas.
Las obras comprendidas dentro de la LIJ son aquellas, como se ha dicho, destinadas a un público esencialmente infantil y joven, pero también podemos incluir las obras que en origen no habían sido creadas para este rango de edad y con el tiempo se las han apropiado. La LIJ no puede considerarse como una literatura "diferente" o una segregación de la misma, sino como un tipo de literatura concebida para un destinatario en edad temprana, principalmente.
La LIJ cuenta con las características propias de cualquier obra literaria, pero adaptada al rango de edad temprana que se ha comentado. Estructuralmente son obras sencillas basadas en tres partes: introducción, nudo y desenlace donde la historia sigue una linealidad narrativa que permite una fácil comprensión del texto. Los personajes suelen tener un papel muy definido desde el principio de la obra: existe un protagonista como personaje redondo y unos personajes secundarios planos que no varían su papel en el desarrollo de la obra. La claridad expositiva del texto junto a un léxico sencillo y la sencillez argumental son la base de las obras de LIJ. Generalmente son obras que dan mucha importancia a la ilustración para facilitar la comprensión del texto, por lo que el álbum ilustrado será uno de los géneros predominantes para las etapas más tempranas, mientras que la narrativa será la protagonista en el sector juvenil. La poesía y el teatro son minoritarios dentro de la LIJ.
La temática debe adaptarse a la realidad contemporánea del lector; hasta hace poco tiempo, existían temas tabú dentro de la LIJ relacionados con la orientación sexual, la muerte, el divorcio o la interculturalidad del ser humano. Es cierto que la LIJ debe adaptarse al desarrollo cognitivo del lector, pero hay temas que son innatos para el ser humano y no deben desvincularse de las etapas infantiles, siendo este uno de los mayores logros del siglo XXI en la Literatura Infantil y Juvenil.
El fenómeno de las redes sociales en la actualidad ha supuesto un impulso en la promoción lectora para los sectores más jóvenes. Existe una mayor cercanía entre el lector y el mediador que recomienda la lectura; el lector joven ve como una persona de su misma edad recomienda libros que se adaptan a sus mismas inquietudes. No obstante, la figura del maestro sigue siendo crucial para la orientación lectora en las edades más tempranas ya que, el mediador escolar supone para muchos niños el primer contacto con la literatura.
En este sentido, la formación de los mediadores es muy importante para la promoción de la LIJ entre los lectores más jóvenes, pues de ellos depende la creación de potenciales lectores.
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