Poesía infantil

    La poesía es la expresión máxima de las emociones. A través de la poesía, el autor transmite a su público sensaciones internas que expresa a través de la palabra ordenada en versos y con un ritmo determinado. Estamos acostumbrados a escuchar por activa y por pasiva que los autores clásicos de poemas, de difícil comprensión en algunos casos, son los verdaderos poetas, la poesía que tiene verdadero valor: Góngora, Quevedo, Bécquer, Lorca… Poemas destinados en muchos casos a un público especialista con una comprensión lectora muy desarrollada, pero ¿Y los niños? ¿Ellos no pueden disfrutar de la poesía?

Estos autores clásicos también escribieron poesía infantil a lo largo de su trayectoria literaria, principalmente en época contemporánea con autores como Antonio Machado o Federico García Lorca. El valor literario de una composición para niños se puede equiparar al de un poema para público adulto: suelen expresar mundos subjetivos, crean ritmos propios y se usan frecuentemente recursos estilísticos.

Se tratan temas propios de la lírica tradicional, el amor (del olivo/me retiro/del esparto/yo me aparto/del sarmiento/me arrepiento/de haberte querido tanto, fragmento de un poema de Lorca), temas cotidianos (Despacito y buena letra/el hacer las cosas bien/importa más que el hacerlas, poema de Antonio Machado), la naturaleza (Llueve sobre el campo verde/¡Qué paz! El agua se abre/y la hierba de noviembre/es de pálidos diamantes

, poema de Juan Ramón Jiménez).

En cuanto a la forma de los poemas infantiles, se opta normalmente por el arte menor, principalmente el verso octosílabo y hexasílabo, se tiende al anisosilabismo, se utilizan frecuentemente rimas reguladas y predomina el uso de estrofas breves. Las repeticiones y personificaciones son elementos propios de la poesía infantil.


Las características que se acaban de comentar sobre la poesía infantil pueden ejemplificarse con el siguiente poema de Gloria Fuertes (1917-1998), una de las poetas más influyentes de literatura infantil del siglo XX:

“Blasita y el viento”

Blasita Blasa

sale de casa

muy repeinada,

sin capa ni nada.

muy fuerte, el viento

pega al soplar;

Blasita Blasa,

no lo verás.

Vete a tu casa,

Te va a despeinar.

Corre a tu casa,

te van a asustar.

No es Periquito,

el viento es.

Aunque se le mire,

nunca se le ve.

Te está despeinando,

y danza el ciprés;

te quita los lazos;

el viento es.

El poema trata un tema sencillo y cotidiano a través de versos cortos (entre tetrasílabos y hexasílabos); se personifica al viento y se utiliza la rima asonante en las estrofas. La repetición de palabras también es un elemento recurrente (viento y su campo semántico: “soplar”).

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